Actualmente, muchas mujeres peruanas y latinoamericanas de hoy se identifican con la célebre patriota Manuela Sáenz, más conocida como “Manuelita Sáenz” y “Libertadora del Libertador”, sin duda alguna, uno de los personajes más destacados de las guerras independentistas del Perú y América del Sur.
Nació en Quito, Ecuador, el 27 de diciembre de 1797 y murió en la pobreza más absoluta en Paita, Perú, el 23 de noviembre de 1856. Tuvo una vida intensa de 59 años, gran parte de ellos los vivió en el Perú, siendo testigo y activa protagonista de los más destacados sucesos independentistas ocurridos en nuestra patria. Sin embargo, ha pasado a la historia como la amante del Libertador, y no por su patriotismo, bravura e inteligencia.
Desde muy joven colaboró en la campaña patriótica del Perú, por lo cual, el general José de San Martín la condecora con la orden de "Caballeresa de la Orden Sol”. Luego en su patria, Ecuador, participó en la Batalla de Pichincha, recibiendo el grado de Teniente de Húsares del Ejército Libertador. Mas tarde en el Perú, es convierte en una activa colaboradora en la Batalla de Junín, para luego integrarse en la destacada división militar de la Batalla de Ayacucho, donde Manuela se destaca por su heroísmo. Lo demuestra la carta del general, Antonio José de Sucre que dirigió a Bolívar desde el Frente de Batalla de Ayacucho, el 10 de diciembre de 1824 señalando: "Se ha destacado particularmente (...) por su valentía; incorporándose desde el primer momento a la división de Húsares y luego a la de Vencedores, organizando y proporcionando avituallamiento de las tropas, atendiendo a los soldados heridos, batiéndose a tiro limpio bajo los fuegos enemigos; rescatando a los heridos". Por su ejemplar conducta Sucre solicita "se le otorgara el grado de Coronel del Ejército Colombiano".
Elevadas distinciones no valieron de nada para ubicarla en el escenario de la historia de nuestro país, al lado de los próceres o fundadores de la república. Se cuenta que el rencor y la crueldad de sus acusadores y enemigos políticos la persiguieron hasta el final de sus días, incentivados por los egoísmos creados por la envidia al verla en el poder y la gloria junto a Bolívar.
El Perú actual vive otro momento. El movimiento de mujeres surgido en su nombre está decidido a reivindicarla y para esto rastreamos la historia con ojos de mujer e eliminaremos toda la gazmoña de la sociedad - de ese tiempo- para sacarla de la oscuridad a fin de iluminar el camino que en adelante enrumbamos las mujeres junto al pueblo peruano.
El 23 de actobre del 2011, Linda Lema, socieóloga y escritora concibió el movimiento y convocó a destacadas mujeres vinucladas al arte y a la poesía, luego se unen líderes populares decididas a reivindicar su valía de mujer, de patriota y de americanista.
Los nuevos tiempos que vive América Latina empuja a hacerlo con el compromiso asumido frente los procesos de unidad de los pueblos que vive América Latina, los cuales dan testimonio de que el sueñ
o de los próceres y patriotas como Tupac Amaru, Bolívar, San Martín, Martí, Sandino, Sáenz se han convertido en realidad, hoy son proyectos vigentes como la Unión Sudamericana de Naciones (UNASUR) y la creación de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC). Con estos hechos, la realidad es la que impugna la historiografía escrita, venenosa y manipuladora en su intento de dar muerte física no solo a Manuelita Sáenz, y con ella a tantas mujeres que forjaron los procesos políticos y sociales del país.
En general, solo el tiempo ha ido develándonos a una mujer más completa y trascendental y todos aquellos que la difamaron, calificándola con los peores calificativos quedaron desarmados ante su lealtad a los ideales unitarios de la integración de América Latina, superiores a la muerte, al agravio y al abandono. Por ello es que cuando florece el día, los poetas de la libertad como Pablo Neruda no se cansan en cantarle:
Tú fuiste la libertad, libertadora enamorada.
Entregaste dones y dudas idolatrada irrespetuosa.
Se asustaba el búho en la sombra cuando pasó tu cabellera
y quedaron las tejas claras, se iluminaron los paraguas.
Las casas cambiaron de ropa. El invierno fue transparente.
la noche de Bogotá, la oscuridad de Guayaquil,
el traje negro de Caracas.
Y desde entonces es de día.